lunes, 16 de mayo de 2011

CARLOS MARTIN LUQUE, FIGURA EN COLON

EL PIBE FUE IMPARABLE

Tanto hablar en la suspensión del viernes de aguacero, lluvia torrencial, tormentas eléctricas, rayos y pararrayos, que finalmente el sábado terminó cayendo un rayo en la cancha de Colón. Y ese fue Carlos Martín Luque, un zurdo que se cansó de hacer en inferiores y reservas este tipo de corridas atrevidas que ayer logró imitar en el fútbol profesional de la Argentina con un partido de Primera División.

El chico, la gran apuesta de Mario Sciacqua para este partido con demasiada presión ante Huracán (no por el rival, sí por la seguidilla de seis sin ganar en Santa Fe), hizo dos cosas que hace mucho tiempo no se veían en Colón:

— 1) Levantar la ovación de las tribunas con la gente de pie, aplaudiendo a más no poder las corridas del zurdo de inferiores

— 2) Eliminar con tanta facilidad, a la carrera y en velocidad, a los jugadores de Huracán: los pasaba y los amontonaba como si estuvieran parados o atornillados.

Claro que, además de la furia por el carril, le agregó una saludable inteligencia para saber cómo dar la última puntada. Es que muchas veces los chicos de hoy, cuando aparecen, son rápidos y habilidosos, pero les cuesta pensar fríamente para tomar la última opción de juego a la hora de soltar la pelota.

Este dato, no menor, me sorprendió tanto como la velocidad del chico Luque en el partido de anoche. Porque si Fuertes o el “Colo” Lesman hubieran mandado al fondo la mitad de los pase-gol que le sirvió el pibe, hoy estaríamos hablando de un puntaje superior a la hora de la calificación individual de Luque.

Y eso que la noche no había arrancado bien para el pibe: fue a dar una mano en la zona del “3” y en su intención de colaborar, cerró para adentro y casi termina en gol de Huracán.

Por lo visto, no pasó nada, todo lo contrario: se fue agrandando por el carril con el correr de los minutos. A los 12, Torres lo tumbó para frenarlo y fue amonestado. A los 24 fue Monzón el que le tapó el gol. A los 28 su furia terminó con desborde y pase-gol al “Bichi” para el 2-0. No lo podían parar ni con una soga. Entonces, el que lo taló fue Brítez Ojeda, también amonestado. Y como no podían con las piernas, Herenú lo bajó con un codazo que debió ser sancionado con roja directa.

En el arranque del complemento, la pesadilla Luque siguió para los defensores de Huracán. Los de la platea este, agradecidos: fueron espectadores de lujo de cada apilada. Entre los 10 y los 15, hizo lo que quiso: siempre como abrelatas por izquierda. Primero lo despilfarró Fuertes y después Lesman por dos. Las jugadas, un calco: slalom, gambeta, desborde y pase-gol servido con centro atrás.

Tanto agite de potrero por la izquierda fue demasiado para este momento de Huracán. Claro que Luque fue la estrella que brilló con algo que se esperaba hace rato: alguna mínima constelación. Anoche se dio, porque Prediger se hizo dueño del medio, Damián Díaz fue determinante con sus goles y Lesman jugó muy bien con la pelota al lado de Fuertes.

Las decisiones acertadas del técnico lograron un doble efecto: poner un equipo en campo que fuera “simpático” para la gente —sin los nombres que exasperan a los hinchas— y armar un circuito rápido/liviano de mitad para adelante.

La actuación de Luque y el golazo de Damián Díaz fueron el mejor premio para tanto aguante de los hinchas en las dolorosas seis fechas sin alegrías en Santa Fe. Y fueron, además, una pincelada de fútbol que por fin estuvo a la altura de la magistral obra arquitectónica que hoy le está dando forma al nuevo Cementerio de los Elefantes de cara a la Copa América.

Así, 24 horas después, quedó en claro el porqué de no haber activado el viernes alguno de los pararrayos en el estadio. No le convenía a Colón, porque Sciacqua sabía que tenía un rayo escondido en la manga. Entonces, el Luque de Colón hizo estragos como hace tiempo no se veía con un pibe de las inferiores sabaleras. Rápido como un rayo, el pibito levantó las tribunas, apiló como quiso a los defensores de Huracán y le hizo honor al césped, una excelente alfombra a la que el fútbol de Luque le brindó un lindo tributo de potrero en el Cementerio.


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